Estamos a horas de elegir a quien
será el próximo Primer Mandatario de México, es decir, a la persona a la cual
confiaremos la gestión de nuestro gobierno por los siguientes seis
años.
Seguramente aún existen ciudadanos sin definir por quién votar o
sin saber si alguien representa realmente un cambio de fondo a la forma cómo se
ha gobernado a nuestro país en los últimos años.
Desde una perspectiva
aparentemente simplista, pero importante, podríamos destacar que los tres con
posibilidades de ceñirse la banda presidencial el próximo 1 de diciembre, quizá
podrían ser buenas personas y con interés por hacer un buen gobierno, pero para
poder llegar a la Presidencia de México hicieron compromisos y esos los deben
pagar a lo largo de los próximos seis años, cuestión por la cual es muy probable
que sus proyectos den bandazos, cometan injusticias y que a su lado veamos
personajes impresentables.
¿Cambios drásticos? Probablemente ninguno. El
país, su economía y la forma de hacer las cosas no se moverán mucho. La
autonomía del Banco de México es una garantía, pero si le mueven sin la certeza
de profundos estudios en el actual mundo globalizado, la estabilidad de hoy se
puede quebrar.
I.- Enrique Peña Nieto representaría a un gobierno que, a
diferencia de lo ocurrido y ya analizado aquí, tendría la mayoría en el Congreso
de la Unión, luego de 15 años. Esto le permitiría realizar reformas cosméticas,
pero no las estructurales para convertir a México en una economía en
crecimiento.
Deberá tener mucho cuidado porque los gobiernos del PRI a
lo largo de muchos años, han privilegiado economías con mayor crecimiento que el
actual, pero también con mayor inflación, que representa lo mismo que nada o
peor, porque encarece los productos al consumidor.
En el rubro de
seguridad difícilmente metería al Ejército a los cuarteles y en el plano social
acotaría libertades con la intención de mantener control de la sociedad, para
poder continuar el camino hacia el final de su gobierno. La violencia
difícilmente se desterrará.
En la primera parte de su gestión habría un
crecimiento económico y cierta estabilidad financiera que le permitiría mantener
al Congreso en las federales de 2015.
II.- Andrés Manuel López Obrador
sería un presidente acotado, con un Congreso de la Unión en contra, que le
impediría realizar reformas de grandes dimensiones y, por lo mismo, escaso
provecho para la mayoría de los mexicanos. Con esas reformas buscaría imponer a
nuevos grupos de poder político y económico, para convertirlos en la base que
catapulte a su grupo hacia la retención de la Presidencia.
Hoy,
difícilmente intentaría tomar decisiones radicales como las hechas por Hugo
Chávez, Evo Morales o Cristina Kirchner, por nombrar algunos mandatarios, pero
al menos ensayaría algunos escarceos para ver cómo reacciona la
sociedad.
En el plano económico privilegiaría la deuda externa para
cumplir con los compromisos sociales y el país volvería a las recurrentes crisis
de los años 70 y 80, con un crecimiento económico imperceptible; en materia de
seguridad no habría cambio porque hoy no existen condiciones verdaderas para
acabar con la delincuencia, que poco a poco se adentró en los círculos
políticos.
III.- Josefina Vázquez Mota realizaría un gobierno que
privilegiaría el equilibrio de las finanzas como hasta ahora, pero no lograría
destapar el crecimiento económico ya que, como Vicente Fox y Felipe Calderón,
tendría un Congreso de la Unión en contra para pasar las reformas urgentes que
el país necesita.
A lo largo de la campaña demostró que tampoco tiene
arrestos para definir y tomar las decisiones radicales que le permitirían
generar un gobierno Diferente a lo que hemos visto del PAN hasta hoy.