Por Renato Consuegra ,-México, D. F., a 20 de julio de
2012
La simulación es un mal añejo en la
vida pública de México. Funcionarios públicos y políticos conocen las
irregularidades, las consienten. Cuando ocurren casos como el del HSBC se dicen
sorprendidos, reclaman investigaciones "hasta sus últimas consecuencias" pero el
remedio no es cosa que los mueva, apuestan a la desmemoria.
El asunto del
lavado de dinero en los bancos mexicanos es historia vieja. Y es historia
vinculada con los políticos mismos y el gobierno. Hasta hoy nadie ha revisado el
papel de los bancos en la mayor crisis económica de la historia de nuestro país,
ocurrida entre 1980 y 1990.
¿Por qué y para qué expropió o nacionalizó José López Portillo el sistema bancario de nuestro país, ya que no era una medida demandada en ese momento? La decisión fue súbita, personalísima del ex presidente y conocida por sólo algunos miembros de su gabinete y, quizá, el entonces ya presidente electo Miguel de la Madrid.
Con el país en bancarrota, en los siguientes ocho años floreció el narcotráfico. Jefes de las policías mexicanas se convirtieron en capos. Miguel Ángel Félix Gallardo, Rafael Aguilar Guajardo, Amado Carrillo Fuentes, Sergio Villarreal "El Grande", Gilberto Garza García "El Güero Gil", Óscar Benjamín García Dávila "El Rambo" y Arturo Hernández "El Chaky" y muchos otros, consentidos también, seguramente por el poder político.
Uno de los primeros escándalos ocurrió en el desaparecido Banco Anáhuac, intervenido por limpiar dinero del Cartel de Juárez. Anáhuac era propiedad de Jorge Hurtado Horcasitas, sobrino de Miguel de la Madrid y el hijo de éste, Federico, era vicepresidente.
El escritor y periodista francés Jean-Francois Boye escribió el libro “La guerra perdida contra las drogas, narcodependencia del mundo actual”, una investigación de 15 años, donde expone la probabilidad de un presunto pacto entre narcos y políticos que comenzó a pensarse hacia 1985.
Afirma: “Las arcas del estado estaban vacías, el déficit del sector nacionalizado no podía ser cubierto, la deuda exterior corroía la nación y las principales fortunas habían sido transferidas a bancos estadounidenses. El país necesitaba dinero fresco…”.
Otro banco implicado en lavado es el también desaparecido Unión-Cremi de Carlos Cabal Peniche, considerado como banquero modelo por el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, antes de su detención.
Entre el 4 de octubre de 1993 y el 31 de mayo de 1994 -en pleno proceso de campaña presidencial- se giraron de la cuenta concentradora 964004-5 de Banco Unión cinco cheques por un total de 50 millones de pesos de entonces, a la Tesorería General y la Secretaría de Finanzas del PRI.
En 2010 el Wachovia Bank, una unidad financiera de Wells Fargo & Co., pagó 160 millones de dólares para desactivar acusaciones en los Estados Unidos por lavar dinero del narcotráfico mexicano a través de las casas de cambio en la frontera común.
Hace algunas semanas se dio a conocer que el grupo de los Zetas empleaba cuentas de Bank of America con objeto de lavar el dinero que obtenía de sus inversiones en carreras de caballos en Estados Unidos. Gran parte de estas inversiones provienen del narcotráfico y otras actividades ilícitas del grupo.
Hoy que se dio a conocer la investigación en contra del HSBC en los Estados Unidos, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores es omisa con este tema y el director de Proyectos Especiales, Carlos López Moctezuma afirma que no es facultad de la institución investigar si hay lavado de dinero o no, y en el caso de HSBC, afirma que lo investigado por EU son los controles internos.
Es decir, que si se cometió un ilícito, como muchas de las cosas que ocurren en México, las autoridades voltean la cabeza hacia otro lado y a otra cosa mariposa. Debemos recordar que la CNBV ha estado en el centro de la polémica por asuntos similares.
¿Por qué y para qué expropió o nacionalizó José López Portillo el sistema bancario de nuestro país, ya que no era una medida demandada en ese momento? La decisión fue súbita, personalísima del ex presidente y conocida por sólo algunos miembros de su gabinete y, quizá, el entonces ya presidente electo Miguel de la Madrid.
Con el país en bancarrota, en los siguientes ocho años floreció el narcotráfico. Jefes de las policías mexicanas se convirtieron en capos. Miguel Ángel Félix Gallardo, Rafael Aguilar Guajardo, Amado Carrillo Fuentes, Sergio Villarreal "El Grande", Gilberto Garza García "El Güero Gil", Óscar Benjamín García Dávila "El Rambo" y Arturo Hernández "El Chaky" y muchos otros, consentidos también, seguramente por el poder político.
Uno de los primeros escándalos ocurrió en el desaparecido Banco Anáhuac, intervenido por limpiar dinero del Cartel de Juárez. Anáhuac era propiedad de Jorge Hurtado Horcasitas, sobrino de Miguel de la Madrid y el hijo de éste, Federico, era vicepresidente.
El escritor y periodista francés Jean-Francois Boye escribió el libro “La guerra perdida contra las drogas, narcodependencia del mundo actual”, una investigación de 15 años, donde expone la probabilidad de un presunto pacto entre narcos y políticos que comenzó a pensarse hacia 1985.
Afirma: “Las arcas del estado estaban vacías, el déficit del sector nacionalizado no podía ser cubierto, la deuda exterior corroía la nación y las principales fortunas habían sido transferidas a bancos estadounidenses. El país necesitaba dinero fresco…”.
Otro banco implicado en lavado es el también desaparecido Unión-Cremi de Carlos Cabal Peniche, considerado como banquero modelo por el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, antes de su detención.
Entre el 4 de octubre de 1993 y el 31 de mayo de 1994 -en pleno proceso de campaña presidencial- se giraron de la cuenta concentradora 964004-5 de Banco Unión cinco cheques por un total de 50 millones de pesos de entonces, a la Tesorería General y la Secretaría de Finanzas del PRI.
En 2010 el Wachovia Bank, una unidad financiera de Wells Fargo & Co., pagó 160 millones de dólares para desactivar acusaciones en los Estados Unidos por lavar dinero del narcotráfico mexicano a través de las casas de cambio en la frontera común.
Hace algunas semanas se dio a conocer que el grupo de los Zetas empleaba cuentas de Bank of America con objeto de lavar el dinero que obtenía de sus inversiones en carreras de caballos en Estados Unidos. Gran parte de estas inversiones provienen del narcotráfico y otras actividades ilícitas del grupo.
Hoy que se dio a conocer la investigación en contra del HSBC en los Estados Unidos, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores es omisa con este tema y el director de Proyectos Especiales, Carlos López Moctezuma afirma que no es facultad de la institución investigar si hay lavado de dinero o no, y en el caso de HSBC, afirma que lo investigado por EU son los controles internos.
Es decir, que si se cometió un ilícito, como muchas de las cosas que ocurren en México, las autoridades voltean la cabeza hacia otro lado y a otra cosa mariposa. Debemos recordar que la CNBV ha estado en el centro de la polémica por asuntos similares.
Hace varios años Eduardo
Fernández, ex presidente de la CNBV fue aprehendido para ser investigado por
lavado de dinero, además de se le habrían abierto investigaciones por no
reportar presunto lavado de dinero de Los Amigos de Fox y por entrega de
información protegida por el secreto bancario. La simulación,
consentimiento y colusión entre delincuencia y políticos es nada nuevo.
E-mail: renatoconsuegra@yahoo.com.mx
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