La migración de Veracruz a la frontera norte y
Estados Unidos sigue imparable, sin ninguna esperanza que con la creación de
empleos pudiera disminuir el número.
En 19 de los 50 estados de EU hay leyes
raciales y xenófobas que permiten a la policía detener a cualquier migrante sólo
por sospechoso.
Las mujeres de Veracruz que migran al otro
lado son, por lo general, cooptadas por los tratantes de blancas y obligadas a
cien actos sexuales con igual número de clientes los fines de semana, además de
entresemana.
Cada vez se multiplica el número de migrantes
repatriados por la falta de papeles, entre quienes figuran, sólo en el año que
corre, 409 niños de origen jarocho se fueron en búsqueda de sus padres, la
mayor parte.
La cantidad de migrantes que ha regresado de
EU en un féretro se ha disparado, destruyendo el sueño, la esperanza, la utopía
de una mejor calidad de vida para los suyos.
Ahora, cuando hay dos candidatos
presidenciables en EU, las dos partes disputan el voto latino y ofrecen el
cielo con una política migratoria, que hasta ahora ha sido incumplida por
Barack Obama, ni tampoco será observada por Mit Romney, el político
norteamericano más racista con los migrantes.
Y ahora, decenas, cientos de trabajadores
huéspedes que laboran en Louisiana, Estados Unidos, han denunciado sometimiento a trabajos
forzados.