Por Heriberto Álvarez Caballero
Tierra Blanca, Ver.- Con la participación de diferentes
colegios, trabajadores sindicalizados y materialistas así mismo personal del
Seguro Social se hicieron presentes frente al palacio municipal durante el
desfile de este día del trabajo, por lo cual les publico parte de esta historia
que mueve al mundo el primero de mayo.
Hace 123 años se consumaba un crimen judicial se condenaba a
la horca a varios dirigentes anarquistas por sus ideas políticas, terminado
este desfile, la Presidenta del DIF Municipal Arlette Barrientos de Lara en compañía
de mujeres del Sistema DIF en la grafia del Recuerdo y posteriormente el Parque
Juárez se contemplo con un cuadro de quienes participaron en el desfile del 1º
de Mayo tomándose la Foto del Recuerdo…
El fraudulento proceso
judicial llevado a cabo en Chicago tendía a escarmentar al movimiento obrero
norteamericano y desalentar el creciente movimiento de masas que pugnaba por la
reivindicación de la jornada de ocho horas de trabajo.
Aquellos trágicos hechos ocurridos en Chicago en 1886 -la
huelga del 1º de Mayo, la protesta sindicalista y el proceso judicial a los
dirigentes y militantes anarquistas- serían tenidos muy en cuenta, años
después, por el movimiento obrero internacional que, justamente, adoptó como el
Día de los Trabajadores, el 1º de Mayo.
Pero el escarmiento no sólo abarcaba al sindicalismo. Debe
tenerse en cuenta que de los ocho dirigentes anarquistas, sólo dos eran
norteamericanos y el resto se trataba de inmigrantes extranjeros.
Sus nombres fueron: Michael Schwab, Louis Lingg, Adolph
Fischer, Samuel Fielden, Albert R. Parsons, Hessois Auguste Spies, Oscar Neebe
y George Engel.
En Boston y en algunas otras ciudades norteamericanas de la
época había una fuerte corriente contra los trabajadores extranjeros que
reclamaban por sus derechos laborales y sociales junto a sus hermanos
norteamericanos.
La guerra de Secesión había interrumpido el crecimiento de
las organizaciones sindicales, cuyo punto de partida data de 1829, con un
movimiento que solicitó la implantación de la jornada de ocho horas de trabajo,
en el estado de Nueva York.
Pero a partir de los años ochenta, se fue acrecentando la
actividad gremial en la cual socialistas, anarquistas y sindicalistas,
cumplieron un rol destacado en cuanto a su labor propagandística y política.
Mauricio Dommanget en su ‘Historia del Primero de Mayo’, al
referirse a los trabajadores de Chicago, afirma: ‘Muchos trabajaban aún catorce
o diez y seis horas diarias, partían al trabajo a las 4 de la mañana y
regresaba a las 7 u 8 de la noche, o incluso más tarde, de manera que jamás
veían a sus mujeres y sus hijos a la luz del día.
Unos se acostaban en corredores y desvanes, otros en chozas
donde se hacinaban tres y cuatro familias. Muchos no tenían alojamiento, se les
veía juntar restos de legumbres en los recipientes de desperdicios, o comprar
al carnicero algunos céntimos de recortes’.
La central obrera norteamericana de entonces, la Federación
de Gremios y Uniones Organizados de Estados Unidos y Canadá, años después
transformada en la Federación Norteamericana del Trabajo (AFL), había
proclamado en su cuarto congreso de 1884, que la duración legal de la jornada
de trabajo, a partir del 1º de Mayo de 1886, sería de ocho horas de duración.
Ese 1º de Mayo se había constituido en una fecha clave tanto para los trabajadores
como para los capitanes de la industria.
La huelga del 1º de mayo de 1886
La prensa norteamericana, principalmente el ‘Chicago Mail’,
el ‘New York Times’, el ‘Philadelphia Telegram’ y el ‘Indianapolis Journal’
habían advertido por esos días el ‘peligro’ de la implantación de la jornada de
8 horas ‘sugerida -decía el ‘Chicago Mail’- por los más locos socialistas o
anarquistas’.
La huelga del 1º de Mayo de 1886 fue masiva en todos los
Estados Unidos. Algunos sectores industriales admitieron la jornada de ocho
horas, pero la mayoría fue intransigente a aceptar ese reclamo.
En Milwaukee la represión policial produjo nueve muertos
obreros y hubo enfrentamientos violentos en Filadelfia, Louisville, St. Louis,
Baltimore y principalmente en Chicago.
En esta última ciudad actuaban, además de las fuerzas
policiales y antimotines, una suerte de policía privada al servicio de los
industriales y empresarios: la compañía Pinkerton.
En tanto el 1º de mayo había transcurrido sin ninguna
violencia, fue dos días después, cuando los sindicatos de la madera convocaron
a una reunión, que los ‘rompehuelgas’ de la Pinkerton atacaron a los
trabajadores. Intervino la policía y el fuego de las armas produjo seis muertos
y medio centenar de heridos, todos entre los trabajadores.
Así fue que los anarquistas llamaron, para el 4 de mayo, a
una concentración en el Haymarket Square, acto público que contaba con
autorización de las autoridades. Al finalizar la reunión y cuando se
desconcentraban los trabajadores, el capitán Ward avanzó sobre los grupos
obreros en actitud amenazante.
Alguien lanzó entonces una bomba contra efectivos policiales
y abatió a uno de los policías, hiriendo a otros varios. Entonces, las fuerzas
policiales abrieron nutrido fuego contra los trabajadores matando a varios y
causando 200 heridos.
Ese hecho de violencia permitió a las autoridades judiciales,
instigadas por varios políticos y diarios -principalmente el ‘Chicago Herald’
-a detener y procesar a la plana mayor del movimiento sindical anarquista.
Así fueron arrestados el inglés Fielden, los alemanes Spies,
Schwab, Engel, Fischer y Lingg y los norteamericanos Neebe y Parsons.
Comenzaba el Proceso de Chicago, una burla a la justicia y un
verdadero fraude procesal como demostró pocos años después el gobernador del estado
de Illinois, John Peter Atlgeld.
‘Razón de Estado’
Es evidente que el Proceso de Chicago contra los ocho
sindicalistas anarquistas produjo una sentencia dónde primó el principio de la
‘razón de Estado’ y que no se buscaron pruebas legales ni se tuvo en cuenta la
normativa jurídica de la época. Se quiso juzgar a las ideas anarquistas en la
cabeza de sus dirigentes, y en ellos escarmentar al movimiento sindical
norteamericano en su conjunto.
Para ello fueron amañados testigos, se dejaron de lado las normas
procesales, y los miembros del jurado -como se demostró pocos años después-
fueron seleccionados fraudulentamente.
Entre otras anomalías procesales, la primera fue que se los
juzgó colectivamente, y no en forma individual, como disponía la legislación
penal. Se trataba de un juicio político, y la causa no era la violencia
desatada el 4 de mayo de 1886, sino las ideas anarquistas, por un lado, y la
necesidad de impedir el avance de la organización gremial que había paralizado
a los Estados Unidos el 1º de mayo del mismo año, por el reclamo de la jornada
laboral de ocho horas.
Fue así a como se dio pie después de la lucha por lograr que
se respetaran los derechos de los trabajadores y tener un horario que les
permitiera convivir con sus familias y que en esta lucha muchos murieron
incluyendo periodistas por apoyar el movimiento de los trabajador, gracias a
ellos hoy todos los trabajadores gozan de diversas prestaciones y del derecho a
reclamar sus derechos cuando son despedidos injustamente, es por ellos que el
Honorable Ayuntamiento de Tierra Blanca celebro el desfile del1º de mayo, y
recuerden que unidos hacemos más.