resulta que eso de viajar en el espacio hace que se nos atrofien los músculos. En pocas palabras, y sí ando muy jalado, pareciera que ya comenzó nuestra extinción. El trinche mundo se va a acabar, me cae.
Todavía no acaba el verano, y ahora entramos a los suicidios que tradicionalmente se incrementan más en invierno; es la época donde uno más se deprime: se recuerda a los que ya no están, se incrementa la nostalgia; ahora en estas épocas de crisis, se estresa uno por no tener para regalos, siquiera para la cena, siquiera pa’ sobrevivir.
Ahora vemos que desde el año pasado el clima comenzó a ser tópico importante en la agenda mundial. Hubo cumbres mundiales, presidentes hablando del tema, hasta Tío Fide que fue a parar a Conpenhague, Dinamarca, en la Cumbre del Cambio Climático.
Y es que acá en el rancho también nos dimos cuenta que los dioses como Tláloc nos comenzaron a castigar… ¿Ya ven por hacerle caso a monitos como Sandoval Íñiguez? Ahora los ídolos aztecas reclaman lo que es suyo, y nos han traído cortitos con lluvias intensas que incluso han estado a destiempo: este año se adelantaron y no se sabe para cuándo acabarán.
El cambio climático en México, y Veracruz, nos está pegando con tubo aunque ya medio agarramos la onda y se usan bolsas de plásticos biodegradables; en el DF “quesque” están prohibidas.
Hay lugares cerca de Xalapa donde los lagos y ríos ya se ven contaminados al por mayor; basura por todos lados, excremento que flota; antes había aventurados que se creían Jim Morrison y se aventaban a nadar a los lagos de la zona UV; ahorita, pura verde.
Aunado al cambio climático que ya hizo que se desprendiera un hielote allá cerca de Islandia donde vive mi esposa Björk, acá en Veracruz ha sobresalido una serie de suicidios cuando todavía es época de homicidios.
De la nada en la zona sur comenzó una oleada desde la región de Acayucan y Coatzacoalcos, donde como epidemia comenzó la idea de quitarse la vida, así nada más porque sí; problemas económicos, falta de empleo, detonantes como el fuerte alcoholismo que se vive en zonas calurosas (en Mina, por ejemplo, una frase común es “este calor sólo se aguanta loco o pedo”).
Pero resulta que las estadísticas (al menos en la zona sur) ya rebasaron a las del 2009 en materia de suicidios. Diario Notisur de Coatzacoalcos ha llevado esta contabilidad de manera puntual con su resumen semanal, además de entrevistas con autoridades sobre el preocupante caso.
¿Será que el cambio climático ya afectó la forma de morir? Carajo. No aprendemos, en verdad, y estamos viendo como el planeta se desmorona, y ahí seguimos metiéndole duro a la contaminación. Ahora en castigo, la señora Tierra nos está adelantando las temporadas de suicidio en un plan medio perverso pa’ irnos extinguiendo de poco en poquito.
Y disculpen ustedes si la paranoia de este columnista está llegando a extremos tan estúpidos, pero no está del todo descabellado: ¿quién en su sano juicio quiere soportar los intensos calores que se incrementan año con año, sin posibilidades de mudarse? ¿Quién demonios quiere vivir en ciudades contaminadas, donde los ríos son de caca y las montañas de basura? ¿Quién quiere estar oliendo amoniaco, gasolina, humo, petróleo y gases de los líderes petroleros? ¿Quién desea seguir viviendo cuando se pierde todo en plena crisis y con inundaciones cada vez más despiadadas?
Vaya, hay lugares donde o los mata la crisis o el clima o los sicarios. ¿Así quién chilpaya quiere vivir? Surge depresión, miedo; resultado: ganas de no vivir.
Así van las cosas. Ya ni el planeta nos quiere, ‘ingao.