En el discurso pronunciado hasta ahora por los candidatos presidenciales del PRI y PRD y compañía han endurecido su lenguaje, a tal grado que, por ejemplo, AMLO ha dejado atrás la paz y el amor predicado para llamar ‘’producto chatarra, reverendo corrupto y títere’’ a Enrique Peña Nieto.
En tanto, el exgobernador del Estado de México ha endurecido su crítica en contra del presidente Felipe Calderón por la guerra sucia, entre otros rubros, contra los exgobernadores de Tamaulipas, ligados, como están, al narcotráfico y hasta el asesinato de un candidato a jefe del Poder Ejecutivo.
En tanto, hasta anoche cuando eligieron candidato presidencial, los panistas cruzaron una guerra de lodo entre ellos, interponiendo demandas en el Instituto Federal Electoral.
Pero ninguno se ha ocupado de los once millones 101 mil 688 mayores de 60 años existentes en el país y quienes, ellos solitos, podrían, si acudieran a las urnas, cambiar el destino de la votación.
Por el contrario, los candidatos a los puestos de elección popular han apostado hacha, calabaza y miel a la conquista de los jóvenes a través de las redes sociales, cuando, establece Ronzón, la mayoría de los chicos utiliza el twitter, el facebook, el BlackBerry, el celular, etcétera, para la relación personal, con un interés mínimo en la vida democrática del país, hartos y desencantados como están de la elite política.
Así, PRI, PAN y PRD y partidos comparsas (desde el partido Verde, el partido del Trabajo, el Movimiento Ciudadano y el Panal) apuestan al voto joven, a quienes, incluso, están regalando candidaturas, cuando en México, y por añadidura, más, mucho más en Veracruz, la población electoral ha envejecido.
Además, se está olvidando que por lo regular el día de la elección los mayores de 60 años de edad alcanzan niveles de participación cercanos al entre 80 y 90 por ciento, según se deriva del Registro Nacional de Electores y las encuestas de cada 6 años.
Y por si fuera poco, la tendencia muestra que el segmento juvenil apenas y alcanza el 40 por ciento de la votación, y de los cuales una cantidad elevada suele anular el sufragio.
La curva poblacional de México y de Veracruz ha cambiado y la cúpula política sigue de espaldas a la realidad. Apuestan a ganar, primero, con una baja votación; segundo, con un voto; tercero, a traficar influencias en el Tribunal Superior Electoral de la Federación para inclinar la balanza a su favor, y cuarto, a la compra de votos. Nadie pela la fuerza electoral de los mayores de 60 años.