La política migratoria errática del gobierno de Veracruz ni siquiera ha imaginado, vaya, el terrible daño sufrido tanto por los paisanos en Estados Unidos como de sus familias, y lo que es peor, ha sido rebasado por la realidad lacerante.
El simple hecho de migrar al otro lado significa, de entrada, la desintegración familiar, pues la madre se convierte en automático también en padre con el riesgo de que el marido, el jefe de familia, halle una pareja durante su estancia en EU, y ni modo, procreen hijos y se olviden, por tanto, de la esposa y los hijos dejados aquí.
Pero además, está el cruce del desierto con todo el trauma padecido en el camino y que va desde el asesinato de los compañeros, los compañeros muertos por inanición y sed, hasta los perros entrenados que los olfatean y los lagartos que la misma patrulla fronteriza tira en el río Bravo, y por supuesto, los famosos y temibles caza-migrantes.
Ya en Estados Unidos, el migrante sufre la pesadilla de la policía migratoria y el mal trato de los patrones norteamericanos, y de ñapa, las leyes raciales en 19 estados de la Unión Americana.
Por eso, el investigador de la Universidad Veracruzana, maestro Carlos Garrido de la Calleja, ha dado seguimiento a los migrantes de norte a sur de la entidad y ha solicitado (en vano) que el Congreso local configure la Comisión de Asuntos Migratorios, pero en respuesta, el excuñado de Gloria Trevi, Eduardo Andrade Sánchez, reviró diciendo que es facultad del Congreso de la Unión.
Ni siquiera, pues, por fraternidad y solidaridad humana se dio Andrade Sánchez una oportunidad para reflexionar la posibilidad.
No obstante, la pesadilla del migrante todavía se prolonga durante un tiempo incalculable, quizá el resto de su vida, cuando de pronto es repatriado a su país, y por añadidura, a Veracruz.
Carlos Garrido recuenta, por ejemplo, lo que denomina “un estrés migratorio trasnacional” para describir los problemas de salud mental, entre ellos, conflictos mentales, psicológicos y conductuales, además de las enfermedades naturales del ser humano en el desarrollo de su vida.
Y lo que es peor, el sida contraído en la relación con trabajadoras sexuales, no tan sólo de Estados Unidos, sino de América Latina, desde México hasta Nicaragua, Honduras, Salvador y Guatemala, entre otros, que también han migrado al otro lado, y ni modo, la vida ha sido tan difícil que terminaron ejerciendo la actividad.
Tantito peor si se considera que un número considerable de migrantes regresa con el VIH, arriesgando infectar a la esposa y novia.
El investigador de la UV calcula, en plática con la reportera Norma Trujillo (27, 1, 2012), que ha ubicado por lo menos a unos 500 migrantes de Veracruz con graves problemas mentales de salud.